3.11.14

APS

And if you think I’m just some dog who’s gonna keep coming back, then you’re wrong. But if you want true love, then this is it. This is real life- it’s not perfect, but it’s real. And if you can’t see it, then you’re blind. Alright, I give up.
En alguna mesa en algún lugar del Peloponeso en el verano de 2013, con estas palabras Jesse reconquistó a Céline. Con palabras muy parecidas, en alguna mesa en algún lugar de Buenos Aires en algún verano anterior, yo terminé de perderte para siempre. Porque vos también te rendiste. Será que no sos como Céline, que no te interesa el amor verdadero. Porque de eso sí que podés estar bien segura: nadie en esta puta vida te va a amar jamás como te amé yo.
¿Y qué sentido tiene decirte esto, ahora? Ninguno, seguramente. No si otra vez voy a poner a la razón moderando el discurso para ver si sale algo lindo, meditado, que en el eventual caso de que lo llegues a leer no te haga enojar. Será cuestión de probar con la alternativa, entonces:
Escritura libre. Eso. Escribir sin pensar. Dejar que el texto fluya solo, a ver qué sale de todo esto. La temática es bastante obvia: vos; vos y yo, nuestra historia, yo, cómo me veo, qué siento a partir de eso. El whisky y los cigarrillos para ayudarme a soltarme. Para ver si te puedo escribir todo lo que siempre quise y nunca pude. Para ver si realmente tengo algo de todo eso para decir. Porque en el fondo en estas palabras estoy haciendo lo mismo, estoy buscando excusas para no arrancar, para empezar a decir algo pero no decirlo, y quizás es simplemente porque no tengo nada para decirte. O sea, creo que ya te dije todo lo que tenía para decir, lo que en su momento me guardé para no herirte y hoy ya no tiene sentido porque mis palabras no te llegan. Y es eso: mis palabras que no llegan. Esta tarde hablaba sobre el valor de la escritura, es decir, el valor que genera en el sistema-mundo, y cómo éste está dado por las ventas y las críticas (fuentes de futuras ventas, idealmente al menos). Y creo que no legué a decirlo, pero sí pensarlo, cuando el escritor valora la lectura de sus escritos no está valorando el mero hecho de que haya alguien leyendo, sino el hecho de que esa lectura deje una impresión en ese alguien, que le genere una reacción. En mi caso, hay una sola persona que quiero que me lea: vos. Y sé que no me vas a leer, o que leerme no te va a generar nada más que una pequeña incomodidad. Probablemente lo primero. ¿Y entonces qué sentido tiene escribirte?
Pero necesito desbloquear mi escritura, porque quiero volver a esa época en que todavía creía en algo, cuando todavía creía que podía escribir. Que mi escritura podía generar en otros. Ahora no sé si lo creo, pero sé que evidentemente no me interesa. Antes sí. Antes creía en escribir. Antes creía en el amor, también. Después de vos, ya no. Quizás ésa sea una de las cosas que más me duelen: en el momento en que se inscribió esa primera duda, ahí, se terminó de caer para siempre ese pilar máximo que sostenía toda mi vida. Menos por tu persona que por el amor en sí. En esa época pensaba que podía ser feliz, y que podía construir esa felicidad en torno a las emociones que me podía generar la relación con un otro. Después de vos ya no puedo creer en eso. O no con la firmeza con lo que lo hacía hasta entonces. Por el miedo al dolor, pero sobre todo por finalmente darme de cara contra la pared y tener la evidencia de que no basta con darlo todo. Porque en última instancia no se trata de haber estado respetando mis ideales al momento de toparme con un límite, sino de simple y finalmente entender que ese límite es inútil cuando, de hecho, es necesaria la voluntad de otro para poder llegar al cometido. No hay tácticas para hacer que me ames si no me amás. Como mucho te quedará una imagen, pero no yo; es decir, no la imagen que yo tengo de mí mismo, que yo quiero que ames porque así siento que soy yo. En el fondo no soy más que esto, unas cuantas palabras medio inconexas y sobre todo pelotudas, porque obvio que no vas a leer esto. En fin. Escribo.
¿Y qué escribo? Eso que puse unos renglones más arriba: nadie en esta puta vida jamás te va a amar como te amé yo. Eso tenélo en claro. Y fue amor de renuncia y de abnegación. Fue amor de entrega total. Fue amor de locura, de desesperarme. Fue amor de muerte. Porque en ese darlo todo, ese todo se fue y de este lado no quedó nada, sino la sombría y eterna duda en el Amor. La imposibilidad de volver a creer, o de hacerlo plenamente, sin reservas. Ahora sólo me queda la voluntad de creer, y ni siquiera. Me queda el miedo. Tengo miedo. Será por eso que no amo, que no me entrego. Que no busco. Estoy regalado, de hecho, pero el problema es que nadie me quiere. Porque hago todo lo posible para mostrarme no-querible, al menos en el sentido amoroso. Evito toda posibilidad de lo que sea. Cuando siento que hay un potencial, alguna irreverencia inconsciente lo interpreta como un riesgo, un peligro. Y me voy. O no. Me quedo. Me quedo y alejo al otro. ¿Habré hecho lo mismo con vos? Yo creo que no. Estoy seguro de que no. Porque ahí fui, fui hasta más no poder. Crucé el punto de no retorno. Esto ya lo escribí.
Ya escribí tantas cosas, y ninguna que logre conmoverte. Piedad, eso es lo que quiero en este momento. No te pido amor, no te pido que me ames: ya es demasiado tarde para eso. Lo único que pretendía de vos era que me tuvieras algo de piedad, que me dejaras encaminar mi luto, que me dieras el espacio para una última palabra. Mi vida entró en crisis después de la última vez que hablamos. No lo supe entonces pero lo sé ahora. Lo único que te estaba pidiendo era la oportunidad de verte una última vez con la consciencia de que iba a ser la última, para poder decirte adiós y cerrar esta historia. “Poder decir adiós es crecer” cantaba Cerati, y eso era lo único que pretendía yo de esto. Decir adiós. Decir Adiós Para Siempre. O por qué te creés que lo último que (te) escribí se titulaba “APS V0.5”? Era una versión preliminar del adiós, un escrito en el que trataba de despedirme antes del adiós verdadero, ése que únicamente se puede decir mirando al otro a los ojos. Yo quería mirarte a los ojos una última vez, guardar el tesoro de esa imagen bajo siete candados sabiendo que era el fin, que la historia no sólo estaba escrita, sino que además había concluido. Ahora no lo voy a saber nunca. Ahora nunca voy a poder ponerle fin.
De algún modo, nunca le iba a poder poner fin porque ya sabía yo que te amo para siempre. Y ya sé yo que nunca más te voy a ver. Pero al menos tenía la oportunidad de decirte esas cosas que ya nunca te voy a decir, porque quedaron para siempre sepultadas en mí, vivas, rasqueteando el ataúd desde adentro, sofocadas, agonizantes y absolutamente desesperadas. Cuando me muera y me autopsien ahí van a estar, todavía tratando de salir, con una terrible mueca de horror impresa en la cara y en todo el cuerpo. A las heridas que nunca van a cerrar les tuve que agregar este rencor que finalmente entendí que va a ser eterno. Eterno, como el amor que sé que tengo por vos. “El corazón tiene razones que la razón no entiende” escuché alguna vez, aunque ahora sospecho que más bien se trata de que el corazón nunca va a entender las razones cuando lo que tuvo fue tan intenso. Por primera y única vez en mi vida fui feliz. ¿Cómo superar eso? “Siendo feliz de nuevo”, dirá alguno. Imposible. Ya perdí esa capacidad, porque, como te dije hace algunas líneas, ya no creo en el amor. Ya no creo en nada, o al menos en nada que tenga menos de 40% de alcohol. No tendremos París, pero al menos sí tendremos siempre el whisky.

Y eso es terrible. Porque fue con y gracias a vos que me transformé en bebedor de whisky. Ahora cada vez que me sirvo una medida de un single malt pienso en vos y la botella que teníamos escondida en el placard. Quizás no la botella, quizás no estrictamente pensar, pero sí aparece una breve imagen, casi imperceptible, de vos y mi felicidad. Quizás por eso vuelvo al whisky. Es lo único material que me queda de esos momentos de felicidad. Todo lo demás es recuerdo, es nostalgia, es fantasía. Yo tengo siempre el whisky, pero el plural que usé antes es la peor falacia de la historia. Vos lo tendrás, pero no conmigo, no asociado a mí. No sé qué carajo tendrás asociado a mí, salvo las cosas que nunca me devolviste y ya ni me interesa recuperar. Creo que las quería como una excusa para ese adiós, pero nunca llegó, y ahora ya es tarde, demasiado tarde.

4.10.13

APS v.0.5

Hola. Hace tres años que estoy tratando de escribir esto. Y todavía no puedo. Pero hoy lo voy a intentar. Me voy a obligar. Escribir esto, para poder volver a escribir. Para ponerle un mentiroso punto final al asunto, a otro de tantos capítulos de mi vida que nunca cierran. ¿Y por qué éste? Porque es el más intenso, en todos los sentidos posibles, lo que obviamente quiere decir que también es el que más duele. Por eso, con diez años de demora, lo voy a intentar. Me voy a obligar.

Claro, estoy teniendo el mismo problema de siempre: no sé por dónde empezar. La historia es larga y conocida (al menos para nosotros dos), y complicada por demás- mucho sentido no tiene hacer un ejercicio de narrativa. ¿Pero cómo hacer, entonces, para darle sentido a esto que tengo adentro y no sé cómo soltar? ¿Cómo transformar en palabras, cómo hacer forma esto que no se quiere salir?

Y, otra vez, me estoy repitiendo. El mismo discursito pelotudo de siempre. Pero acá es distinto, porque el sentir es distinto. Y sobre todo fue el hacer. Quizás no en cuanto a la esencia, de acuerdo, pero ¿no era que las estructuras no cambian? Y sin embargo esta vez fui mucho más lejos. Me la jugué mucho más. Acaso no lo suficiente. Acaso más de lo debido. Esas respuestas están de tu lado, y quizás yo no las tenga nunca, o mañana. Lo primero suena más plausible.

Pero, ¿acaso importa todo eso? Yo creo que no. En última instancia, en el fondo, termina siendo lo mismo de siempre: la mirada de los otros. De todos, de algunos, de cualquiera. Mientras estuvimos juntos, poco me importó- pero cuando se rompió la burbuja, cuando tuve que darme vuelta y mirar para atrás, tratar de seguir caminando erguido, ¿cuál fue nuestra historia? ¿Qué verdad hubo en todo eso, qué hice yo, cómo me paro frente al mundo? Están los hechos, está tu verdad, está mi visión: en ninguna salgo indemne. No la puedo jugar de víctima sin transformarme en victimario, aún cuando no le falte ni traicione a la realidad. Y sabés que ése es un rol que detesto, que siempre voy a hacer todo lo que pueda por evitar. Siempre lo supiste. La culpa y la responsabilidad son mías aunque vos hayas tirado la piedra. ¿O fui yo? ¿Importa acaso?

Son tres años. Y cinco, y diez. También fue medio. Qué importa cuánto. Duró lo que duré duro. Y me caí. Me quebré. Porque la voluntad es infinita, pero el cuerpo tiene un límite. Todavía no aprendí eso, a pesar de que año tras año los hechos me lo pongan en plena evidencia. Pero qué importa. Fui hasta el límite de mi humanidad, o un poquito más quizás. Dejé la dignidad en el camino, vaya a saber uno dónde. Cuando me di cuenta de que capaz me convenía volver a buscarla ya era demasiado tarde, estaba completamente perdida. ¿Qué importa? No lo sé. En ese momento, no importó un carajo. Yo seguí para adelante, hasta despedazarme por completo y dejar yendo sólo un soplo de voluntad, casi a la deriva. Y qué importa.

Hoy vuelvo sobre mis pasos. Sobre esta historia, sobre todas mi historias. Sobre toda mi historia. Sobre todo, mi historia- que te tiene como protagonista, que me tiene como narrador. Casi voyeur, ahí al ladito tuyo mirándote, cuando me tendría que haber preocupado por estar más en el centro. That’s me in the spotlight? No, no: that’s me in the corner. Entonces, pero sobre todo ahora, cuando estoy perdiendo mi religión, mis creencias, en este humilde y egocéntrico, megalómano acto de escritura queriendo dejar para siempre atrás todo lo que alguna vez, toda vez, me motivó al mundo y la vida. Hoy más que nunca me vuelvo ateo, hereje, a-gnóstico, sin-gnosis, como un niño, un tonto, o un loco. Hoy, sobre todo, me vuelvo loco.

Te amo. Ése va a seguir siendo el axioma, más que nada por una cuestión de autoevidencia e incontrovertibilidad. Pero también es una piedra, una carga muerta sobre la espalda, una declaración fútil y estéril. Te amo, ¿y con eso qué? Ya no tengo cuerpo (cara mucho menos) para ir y hacer algo al respecto. Te amo, y voy a vivir con eso para toda la vida. No tu “para toda la vida”, que en cuestión de meses fue pretérito imperfecto y unos meses más tarde silencio. De este lado, la cosa es más bien “hasta que la muerte nos separe”- o, más bien, hasta que mi muerte te aparte de mi alma. El plural no tiene sentido cuando tu sentir y el mío caminan tan distanciados. Yo todavía, a pesar de todo, sobre todo, te amo.

Te amo, y otra vez estoy repitiendo una fórmula, pasada y pisada. Reformulada, y como toda reformulación (de las que tienen algún mérito, claro), tiene lugar únicamente porque trae consigo algo nuevo. Como que te pienso todos los días, siento las primaveras y los hijos que nunca vamos a tener, los miro con nostalgia, tienen tanto de vos que no pueden menos que ser hermosos. Y entonces se esfuman, o me desdibujo yo, o él, o vos, o ella, qué sé yo, vos viste cómo es esto de los sueños difuminados y fundiéndose, de un modo casi cinematográfico, fundido a negro, silencio. ¿Fin? Hace rato dejó de haber finalidad en ello, pero te amo.

Y te extraño. Extraño tus besos, tus abrazos. Extraño tu sexo. Sobre todo, extraño tu sonrisa. Extraño generarla, acompañarla, sentirla. Extraño nuestra vida juntos, todo lo que hay de vos en mí, todo lo que hubo de mí en vos. ¿Quedará algo? ¿Lo material, aunque sea? ¿O ya ni eso? ¿Habrás tirado, quemado, empeñado mis cosas? Hasta me gustaría recuperar algunas, un poco las extraño. Pero sobre todo extraño tener el sentir a flor de piel, cuando mis palabras eran eso y no este discurso centrado en mí mismo, esta autovictimización ridícula, el querer dar lástima, el darme lástima antes que asumir la herida del ego. Porque en el fondo eso. Soy yo, mi imagen de yo, la imagen de mi yo. La mirada de los otros. La tuya. No sé cómo pararme ante tus ojos. Te extraño, quiero verte, quiero que me veas. Y no sé qué quiero que veas, o qué tenés para ver, si es que acaso hay algo. Un poco de humo, un sueño no soñado por alguien, por nadie. Ya lo escribieron y ya lo escribí. En el fondo es eso. La mirada de los otros, yo, mi identidad. Por una vez en la vida supe quién era, quién era para siempre, y con vos se me fue toda posibilidad de realizarlo. Entonces te lloro y te extraño, te amo, pero no te olvido porque eso implicaría borrar de mi imaginario lo que en la realidad ya hace rato que desapareció, y entonces el interrogante, la incógnita, el pánico a volver a emprender una nueva búsqueda, acaso fútil, acaso frustrada, acaso ambas. Acaso ninguna.

¿Qué sentido buscar, si la locación del objeto buscado ya es harto conocida? Es sólo acercarse y tomarlo, tan fácil como eso. Tan difícil. Porque “siempre” significa para mí siempre, eso, que para siempre, te amo. Esa piedra que me llevaré a mi lecho de muerte, y que acaso me sirva para encontrarte en otra vida, tomar un café, tal vez empezar con la reminiscencia, improbablemente encontrarnos en Montauk. Charlar sobre nuestras vidas pasadas, devolverle la paz a mi corazón y al tuyo, si es que aún no la tiene, y renacer, volver a la más temprana inocencia de nuestra amistad. O más bien inventarla. Hasta entonces, te amo. Hasta entonces.

Blue Valentine

¿Deberíamos tener una digna despedida?





Estoy tomando sin control
estoy fumando sin parar
como si fuera Leo Mattioli
pero no
soy yo
el que ya no sabe
a qué droga recurrir
para calmar
el sufrimiento, la ansiedad
el no poder aguantar un segundo más
sin escuchar tu voz
sin ver tus ojos
sin poder abrazarnos y fundirnos en un beso
perdernos juntos los dos en ese sentimiento que llamamos amor
en cambio me pierdo
yo solo
entre el whisky y los cigarrillos
me pierdo
y te pierdo a vos
vos allá, yo acá
nos perdemos el uno al otro
y me carcome la culpa
la consciencia de no haber sabido cómo actuar
y entonces terminar así
perdiéndote
cada día un poquito más
cada día una herida más
hasta terminar
entre lágrimas todas mis noches
tratando de aferrarme a un recuerdo
y una esperanza.

***

Ya no sé
cómo discernir
cuál es
la mentira
cuál es
de todas la historia
que tengo que dejar de creer
ya no sé
si los dichos o los hechos
ya no sé
¿cuál es la mentira que estás viviendo?
¿cómo tenemos que hacer
para no sufrirla más?

***

Esta es
la última vez
que te voy a buscar.
Esta es
la última vez
que espero de tu parte
una respuesta
clara.
Esta es
la última vez
hasta acá llegó mi paciencia
debo reconocer
por más que me pese mi humanidad
el límite de lo que puedo tolerar para seguir respirando
porque mi amor es infinito
pero mi vida no.

***

¿Se puede morir de tristeza?
¿Cómo es que todavía no me pasó?
Será esta llama
que todavía arde
manteniendo el corazón en marcha
moviendo mi cuerpo para llevarme
una vez más
hacia vos.

***

Ni un libro, ni una despedida
no son palabras las que van a cerrar esta historia
porque no hay nada que pueda acabar con este sentimiento
salvo la muerte.

Hasta entonces
mientras el corazón aguante
yo te voy a seguir yendo a buscar

Y aún en ese momento
te voy a estar esperando
para que firmes con tus labios
el milagro de la resurrección.

21.7.11

Detrás de esos ojos hay más,
eso lo sé.
Pero no sé qué;

Es
ese grito callado
oculta la mirada clara
las tinieblas de lo desconocido
un nuevo mundo por explorar
el aliento cortado ante la fascinación,
el deseo consumado
el hambre voraz
y la calma de una brisa fresca
buenos aires que renuevan
esta noche de paz, amor y esperanza
donde celebramos el nacimiento
Es
el comienzo de una nueva era
ahora se sublevarán los oprimidos
se subvertirá el orden de las cosas
ni siquiera revolución
esto es
la génesis
el principio de la historia
que entre tus ojos y los míos
ya está siendo escrita.

6.7.11

0.5

¡Qué boca grande que tienes!
Y, no, no es para comerme:
será que es necesaria
tamaña apertura para liberar el caudal
de tanta verborragia que ni represas ni represiones pueden detener
será
la potencia de tu voz agrandándola en cada palabra
Y el contraste:
mis labios pequeños
no emiten
sonido.

***

(Busco la pluma y escribo. Pienso, recapitulo, voy recorriendo uno a uno los recuerdos, tratando de memorizar las impresiones del alma. Es imposible. Los soportes son distintos, y no hay palabra-concepto para aprehender eso que vos tan simple y delicadamente deslizás en un monema: "te quiero". Sí, monema, porque el objeto es indisociable del verbo, porque paciente y agente sólo cobran sentido en la acción, porque es la interdependencia y simbiosis lo que les da lugar en este mundo. "Te quiero": vos lo decís así; ¿y yo? Yo no puedo, decir "yo también" es como poner un espejito rebotín que intenta vanamente devolver el maleficio, y eso sí que yo-no-quiero. Entonces vuelvo, a la pluma y la memoria, tan infértil, tan fugaz, apenas sí conserva algún registro del cuerpo, mi cuerpo, cuando descubre el tuyo y reacciona, una sonrisa leve dibujada en mis labios, en los ojos un júbilo sutil, y la única respuesta posible, acercar mi humanidad para encontrarte en un abrazo: por un instante se detiene el mundo -y desaparece.)

***

Ojalá puediera
hablar como vos
con la mirada
ésa tan fuerte
-y pasional-
ésa que nunca calla
porque no necesita decir
ésa
sos vos
Y yo, del otro lado
con estos ojos tristes
empequeñecidos de tanto llorar
-de tanto callar-
espero
con estas palabras
el bálsamo.


***


Y a veces no puedo
ni siquiera
escribir.

31.5.11

de rojo carmesí

Cambiar de piel como una víbora
y esperar por un tiempo guardado
casi una hibernación
antes de volver a salir
los colmillos afilados como nunca
y como siempre la lengua bífida
partida
amenazante
¿temblorosa?

Y, un poco se sacude;
será que refleja la duda de este espíritu inquieto
la duda que
-quizás-
no sea tan duda
sea más excusa que método
como sea
pero es igual de inquebrantable:
hoy ya no quedan verdades para decir,
mucho menos cuentos para ser tragados.

***

El veneno es el mismo:
de la boca directo a la sangre
paraliza el cerebro
acelera el corazón:
apenas un fugaz instante de agonía
antes de caer
en una inconsciencia casi extática
y la muerte.

Yo me arrastro
muy despacito
sufriente
indigesto.

23.5.11

A merced

Primera imagen:
desde el cielo rompe el alba
entre nubarrones el resplandor
un fuego ardiente abriéndose camino
inunda el alma con su candor.

Complemento:
en el valle en el bosque
entre los pinos bajo el sol
floreciente y refrescante
despierta la primavera.

***

Dos:
perturba el orden la furia de Neptuno
de la calma de la tarde me sacude la tempestad:
me congela el pánico
se detiene el mundo
y ya no es
ni día,
ni noche.

***

Diez:
la felicidad está en la permanencia:
durante todo el año poder despertar
tras el apacible sueño de una noche clara
con la brisa fresca de un amanecer veraniego.

También, X:
el eterno retorno
en el cuerpo de una sonrisa
y la calidez del hogar.

***

93:
no hacen falta puentes
tras el temblor en la falla:
dos islas son ahora
una, y la misma.

***

Contexto:
El cuadro está completo:
en sus partes la armonía
de los detalles y sus agregados;
el conjunto indivisible
es bueno, bello, perfecto.
Debajo estoy yo
espectador
en creativa contemplación
reavivando fantasmas
desintegrando el miedo:
el alma se regocija
porque esta noche
vuelve a latir el corazón.

***

Síntesis:
Dedicarte un poema,
escribirte una canción:
tratar de llevar a palabras
a unos breves trazos de tinta
las aguasfuertes inextricables
el sentir tras la impresión.

1.3.11

Close your eyes, and...

Hay dos palabras
-ésas-
que yo no sé
cómo
decír
te
las.
¿Te amo?
Ése podría ser el nombre de un vino
-uno que nunca compartimos-
-uno que nunca-
podría ser
un sintagma como cualquier otro
porque las palabras significan sólo con el cuerpo
cuando lo que se juega está en los acercamientos
las miradas
en tantas cosas
que no te digo
¿Te amo?

¿Sí?




No.
Pero hay algo
tenés algo
una de esas cosas que son de otro planeta
una de esas cosas que te hacen un ser único
maravilloso
aterrador y espeluznante
hermoso y cautivante
vos
murmullando en el silencio
gritando con tus ojos
el suplicio de mi quietud:
¿Te amo?





Unas piedras mojadas,
el recuerdo de lo inexistente:
porque yo te amo,
pero no.

28.2.11

new project

Venía hace rato con ganas de tener un blog, un verdadero blog (y no esta suerte de scrapbook-poético-pedorro). Desde hace algunas horas, el deseo está materializado y la versión 0.5 de puto(e)snob ya está online. Claro, eso no significa abandonar este blog, que seguirá con su ritmo habitual de una o dos publicaciones mensuales. Para más info sobre este nuevo proyecto, quedan invitados a ver su presentación.

26.2.11

Sweet Carolina

Carolina imagina divina rutina:
fina Cristina en la tina patina- ¡minina!
Termina la mina cual sardina.

Agustina, filipina cretina, anodina,
anilina empina y cansina opina:
"¡La ruina!"

Vanina, la andina, con Alina cocina:
harina canina y gelatina, lecitina y vainillina:
a la cantina fulmina.

21.2.11

Alas

Alta en el cielo
no un pájaro, no un avión
mucho menos Superman
es un águila
-pero no guerrera-
-no de verdad-
elevándose, volando
libre
-es la ilusión-
-es la esperanza-
un eco susurra
-saber que todo va a estar bien-
-una frase tan trillada-
-tan vulgar-
un soplo de vida
un grito en el viento
ausentarse del mundo por un momento y sentir
y vivir
sin restricciones
sin consecuencias
sin desenfrenos
en la calidez del hogar
en la calma del refugio
porque hay tiempo para todo
menos para el goce
de este momento sagrado.

***

Es el ojo
-no sé si de la tormenta, o del gran hermano-
del mundo
esta mirada que encierra
que ciega
que alegra
ante la impotencia
la posibilidad
de lo mínimo.
Un poco de aire,
respirar.

***

Si te digo que te amo,
¿no te enojás?
¿Me lo prometés?

A veces pienso
y, a veces
no:
miráme a los ojos:
Te amo.
No te enojes, por favor.

18.2.11

Attica [2.0]

Hacer de éste un momento
distinto
especial
como si despertar en camas ajenas implicara otras cosas
otros sentires
algo distinto de las mismas monótonas y absurdas mañanas
-o tardes, o noches-
algo distinto de la acostumbrada rutina
como si se tratara de una cuestión más bien práctica
cuando, en realidad
la cosa pasa por otro lado
esta inmutable disposición anímica
del cogito a la autoconciencia
¿y cómo salir del solipsismo?
¿cómo saber que esto a mi lado
no es un cuerpo inerte
y en cambio sí un otro?
¿cómo hablarle a una segunda persona
que no sea un mero reflejo del yo?


Yo
te veo
ahí
desnuda, semimuerta
y me pregunto cuál es la diferencia
clara y distinta
por la que sos existente, real
humana
y no un sueño
o una muñeca inflable.


¿Cómo reconozco tu esencia
por fuera de estos ojos que te miran,
de mis manos y mi boca y todos estos sentidos que te recorren hasta el hartazgo?
¿Acaso es un salto de fe?
¿Cómo puedo saber que en este mundo
hay lugar para dos?


Yo
solo yo
recuerdo:
un manojo de gemidos no llenan una habitación,
y hay vacíos que no se llenan-
como dicen los poetas.

15.2.11

Weednights

Dark Nights

Debajo
de la noche
oscura
respira
muerde
el terror.
El pánico
no saber
lo desconocido
un algo
aprieta
y duele
y suelta
-no suelta
vuelve a apretar-
-y aprieta
y no deja
respirar-
una lágrima
cae
no más
silencio
de noches claras
quietas
agitadas
turbias
muertas.



Noches Claras

Y sabés
que te miro y siento
que ya no hace falta
decir
nada.
y te miro y siento
que no siento
el terror.
Y sabés
vos también
que no hay
peligro.



De Luna Llena

El reflejo me transporta
un lugar de paz
el verde monte con el pino
corta el cielo de la noche.
De mí interior brota
helado como el viento
un aullido feroz.
¿Soy la Bestia,
no puedo ser
el cazador?
Me escondo debajo de las baldosas
mientras espero
sin saber
si es para protegerlos
o agarrarlos desprevenidos.



Pitch Black

Me favorece
en mis movimientos silenciosos
a través de los tejados
un salto de calidad
¿para robar?
¿No estoy del otro lado
deteniendo al agresor
protegiendo el tesoro?
En la oscuridad
ya no veo
el frío hierro
que me ha de despedazar.
en la oscuridad
ya no siento
el corazón.

18.11.10

Attica

¿Qué voy a hacer esta noche
cuando las palabras
son de los sueños,
de los otros?

¿Qué voy a hacer con esta carga
que de ausencia
me pesa?



Bajo la luz de la luna
aguas hondas se agitan
se nublan
en la ansiedad de la espera
en el fondo del alma.



Si no hay noches eternas
es porque los sueños perecen
Si no hay noches eternas
es porque son otros los que sueñan
Si no hay noches eternas
-como dice el poeta-
¿qué sueños habrán de venir
en este dormir de muerte?

13.10.10

33

El televisor a mi derecha
hace no sé cuántas horas está clavado
en un mismo canal
en una misma escena repitiéndose una y otra vez
y otra
y otra
treinta y tres veces lo mismo
treinta y tres veces los gritos
el nerviosismo y al fin
el júbilo en los ojos
la tragedia estallando en un abrazo
de felicidad
sonrisas, saludos, la camilla y otra vez
allí vamos
encapsulados y bajando
vuelven los nervios
mis ojos clavados en la concatenación infinita de esos tres o cuatro
/planos
mi alma consustanciada con el pathos ajeno
una lágrima se me escapa
y me obliga, por un momento
a cerrar los ojos
suspender el mundo
y girar la cabeza
volver
a este ambiente viciado de humo
ruidos de cubiertos, conversaciones varias
algunos ríen, otros dialogan con preocupación
y los demás con los ojos clavados
en el televisor a mi derecha
en el mismo canal
en la misma escena repitiéndose una y otra vez

¿en qué momento la noticia
dejó de ser una línea informativa en el diario?
¿en qué momento la vida del otro
se transformó en este patético espectáculo?

El reality más real
protagonizado por treinta y tres casi muertos
treinta y tres casi mártires
testigos del sacrificio
de los héroes anónimos.

2.10.10

Una noche con Mariana

Las cosas podrían haber sido distintas esa noche. En vez de quedarme con Paula, podría haber optado por alguna de las otras. En realidad por la otra, porque Chernobyl había quedado descartada de plano después de mi comentario sobre su desconocimiento de Buenos Aires. En efecto, mientras yo hablaba con una tuve varias veces la oportunidad de intercambiar miradas con la otra, que cada tanto aportaba algo en nuestra conversación, acaso como si estuvieran disputándose la presa con su amiga. Tendría que haber hecho algo, quizás, pero adopté una actitud absolutamente pasiva, concluyente en que me dejara llevar por la que había marcado territorio en primer lugar. Ahora es tarde. No puedo cambiar los hechos pasados. Pero puedo recordar una versión posible, alternativa.

En algún momento Paula se levantó para ir al baño y yo giré hacia el otro sector de la mesa. La rubia seguía mirándome con cara de pocos amigos, pero Mariana, en cambio, volvió a sonreírme al tiempo en que empezaba a tantear el terreno. Fue demasiado para la Chernobyl, que también se levantó en dirección a los sanitarios. Su amiga aprovechó la ocasión y dijo sentirse un poco mareada, entre el humo y la música y el alcohol la cabeza no me da más, necesito un poco de aire... ¿me acompañás afuera? Miré hacia los costados: no había moros (ni Paulas) en la costa. Me levanté de la silla y le extendí la mano, ella la tomó con la suya y así, estrechándolas bien fuerte, nos encaminamos hacia la puerta y la calle.

Aproveché la luz para mirarla mejor: era un poco más alta que yo, de sonrisa amplia y cabellos tan oscuros como sus ojos, clavados en mí y capturándome en la profundidad de su mirada. Solté su mano para rodearla por la cintura y empezar a caminar sin un rumbo definido. Ella me seguía, se dejaba llevar sin la más mínima resistencia. Desde que habíamos pisado la vereda ninguno había vuelto a hablar, íbamos en silencio, en movimientos acompasados y lentos, pensando en nada, hasta que nos interrumpió un estruendo de Bizarre love triangle desde el fondo de su cartera. Ella sacó el aparatejo ése del demonio, le echó un vistazo, y lo volvió a guardar, no sin antes apagarlo. Yo la miré extrañado. Ella se largó a reír, y empezó a argumentar que la pesada de Paula me llama por cualquier boludez, que no joda. ¿Resultaste un poco garca, Mariana, o me parece a mí? En ese entonces, no me importó. Reí yo también, y ¿querías aire vos? Tengo la moto en la otra cuadra, vamos a dar una vuelta.

Seguimos caminando en medio de una animada charla hasta dar con la Yamaha, entonces me puse de frente a ella y, diciendo alguna estupidez relativa al priorizar la seguridad, tomé el casco con ambas manos y lo llevé sobre su cabeza, Mariana alzó los brazos y sus dedos pasaron por mis dedos y después al casco, mis manos se deslizaban hacia atrás y hacia abajo, por su nuca y el cuello, lentamente de vuelta hacia adelante y entonces entre mis dedos se encontraba su barbilla frágil e impoluta, más arriba sus labios cada vez más cerca de los míos hasta encontrarse y el beso, consecuencia obvia y natural del proceso de seducción que ella había iniciado, de ese fuego que ardía en mí en espera de un momento y un objeto para ser liberado. Sin generar el más mínimo disturbio ella depositó el casco sobre la moto y juntó sus manos entre mi pelo, con delicadeza en un primer momento y después cada vez más fuerte, aumentando en proporción con la intensidad que se jugaba entre nuestras bocas y los cuerpos, apenas separados por esas capas de ropa que se disolvían en el sentir, mis manos iban descubriendo lentamente sus curvas mientras las suyas comenzaban a bajar por mi espalda y mi pecho, las piernas de los dos entrelazadas y no sé cuánto tiempo estuvimos así, quizás sólo unos segundos, quizás horas, pero de cualquier manera, y por fuera del absurdo de linealizar y objetivar la experiencia, fue poco y mucho, el tiempo justo y necesario para hacer del momento la perfección. Finalmente abordamos la moto y enfilamos para el sur. Bordeando la playa llegamos hasta los acantilados, donde nos detuvimos un rato para ver las olas romper contra las piedras y continuar con el ritual besístico bajo la luz de la luna.

El frío y el viento pudieron más que nosotros, por lo que pocos minutos después terminamos volviendo a la ruta. Yo iba de vuelta hacia el centro, aunque sin un destino demasiado claro, hasta que en algún momento me dejé llevar por las instrucciones con que ella me iba acariciando el oído. No sabía a dónde estábamos yendo y tampoco me importaba, de modo que ni pregunté, yo escuchaba y seguía hasta que listo, pará por acá... llegamos. Un minuto más tarde estábamos entrando en un edificio, y otro después en su cama. Un sexo apasionado, fuerte, salvaje... y truncado: en algún momento, en medio del éxtasis, se me escapó, sin que me percatara de ello, un apelativo. Ella se detuvo abruptamente y ¿qué dijiste? Yo la miré extrañado, sin saber qué contestar, sin saber siquiera qué había hecho. Boludo, ¿“Pau” me dijiste? Y ahí entendí todo. Las cosas no podrían haber sido de otra manera.

17.9.10

Tomado

Sangre chorreando por las paredes
Nuestra sangre
las entrañas vomitadas y todas desparramadas
somos como animales
nunca domesticados
por fuera de toda razón brota este latir
un poco asesino
sobre todo kamikaze.


¿Dónde están las palabras
cuando nadie las busca?


Es una sucesión infinita
seriada
predecible,
pero nadie la menciona.

Ya casi es primavera,
las hojas siguen secas y cayendo
las flores marchitas,
olvidadas,
dos veces muertas
la rosa con su vida pierde el nombre
como este invierno que se desdibuja
sin horas ni estaciones
el frío perpetuándose entre la oscuridad
Y esta noche,
¿cómo escribo,
si no tengo lápices
ni memoria?

9.8.10

Times

Te llamás Mariana, o Lucía, no me acuerdo ya. Nos conocimos hace tiempo, cuando niños y el arenero. Vos ibas de juego en juego, libre con tus pelos largos y lacios al viento. Yo te veía ir desde el subibaja y sabía que eso que ardía en mí era el amor.

Mucho tiempo después te vi pasar por la calle. Ya para ese entonces había olvidado tu nombre, pero en cambio descubría que la calidez de esa sonrisa se había transformado en una marca indeleble. Escuché tu voz y reconocí ese cantito en las últimas sílabas de las esdrújulas y supe que lo recordaría para toda la vida. Vos no me reconociste, o te hiciste muy bien la boluda.

Hoy te vuelvo a ver, sentada en este bar. Estás pagando tu café con leche y te vas a ir y yo no me atrevo a hablarte. Acaso sólo me quede un resto de amor consumido, un dejo amargo en la boca, la añoranza de esos labios que no voy a probar, el recuerdo de un rostro destinado a desvanecerse junto a su nombre.

12.7.10

let it go

Obviamente la realidad es más fuerte que mi endeble voluntad, y por tanto resulta que adiós plazo impuesto, me tomo una prórroga hasta fin de mes para terminar la novela. Esperemos que funcione.